Como todo cultivador de cannabis, he tenido que enfrentar diversas plagas. Aquellas experiencias me han enseñado algo: algunas pueden hacernos perder la cosecha. Para evitar esto, la herramienta fundamental es el conocimiento. La prevención y el un diagnóstico rápido pueden marcar la diferencia. El caso que se tratará esta vez es el de una de las plagas más dañinas: la también llamada "araña o arañuela roja", nombres vulgares que hacen alusión a un ácaro cuyo nombre científico es Tetranychus urticae.
Los ácaros pertenecen a la clase Arachnida junto con las arañas y garrapatas. Difíciles de ver a simple vista, son fácilmente identificables con una lente de aumento. Los individuos más grandes (hembras adultas), miden alrededor de un milímetro de longitud. Los adultos tienen ocho patas y un cuerpo ovoide. Estos ácaros son muy prolíficos y succionan savia. La pérdida de clorofila es la que que conduce primero a la aparición de aquellas manchas blanquecinas, luego a una decoloración uniforme y por último hasta a la muerte de la planta.
Si notamos algunos de estos síntomas: palidez, decaimiento, aparición de pequeñas manchas blancas y en especial telarañas en la hojas, podemos estar casi seguros de tener un cultivo infestado. Por lo tanto, más vale que examinemos meticulosamente las hojas, peciolos y nudos. Para una certeza total, procederemos con la siguiente técnica: colocaremos una hoja de papel blanco bajo las hojas y acto seguido, sacudiremos el follaje vigorosamente, sin llegar a dañar a la planta. Algunos ácaros caerán en la superficie de la hoja de papel y su identificación será más fácil de ese modo.
Es clave seguir ciertas recomendaciones para no crear un ambiente próspero para estos ácaros tan dañinos para el cultivo. Entre los principales parámetros ambientales están estos:
a) Evitar las temperaturas muy altas, ya que a partir de los 27 grados centígrados se facilita su propagación.
b) Mantener los valores de humedad relativa por encima del 45% ya que valores inferiores favorecen su desarrollo.
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